El jefe del Congreso peruano, Manuel Merino, asumió la presidencia del país en medio de protestas en las calles, y al día siguiente de que fuera destituido el popular mandatario Martín Vizcarra, por presunta corrupción en un caso que la justicia aún no juzgó.
¿Hito anticorrupción o negociado “podrido”? ¿Acto legal o golpe de Estado encubierto? La interpretación de la destitución del presidente peruano, Martín Vizcarra, a manos del Congreso es un tema polémico que solo el tiempo, y unas elecciones libres y justas en abril de 2021, podrán demostrar.
Mientras, el país sigue conmocionado por la inesperada decisión del Congreso.
“Juro por Dios, por la patria y por todos los peruanos que ejerceré fielmente” el cargo de presidente, declaró Manuel Merino, casi desconocido para los peruanos.
Se convirtió así en el tercer presidente desde 2016, reflejo de la fragilidad institucional que ha caracterizado al país desde su independencia en 1821.
Mientras juraba hubo protestas contra la destitución de Vizcarra en las calles de Lima, con choques entre manifestantes y policías, así como cacerolazos en diversos barrios de la capital. Además, hubo protestas en otras ciudades del país.
Todos los poderes del Estado asumieron y aceptaron el nombramiento, como por ejemplo las fuerzas armadas y la Policía Nacional, cuyos jefes máximos se reunieron personalmente con el nuevo presidente.
El Congreso destituyó a Vizcarra por “incapacidad moral” al cierre de un segundo juicio político en su contra en menos de dos meses, tras denuncias de supuesto cobro de sobornos cuando era gobernador de Moquegua en 2014, cargos que él niega.
El pedido se apoyó en las declaraciones de varios aspirantes a colaboradores eficaces de la Justicia (delatores premiados).
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