La prensa española intentaba localizar al rey emérito Juan Carlos I, que podría estar Portugal, mientras la Casa Real rehusaba ofrecer cualquier información un día después de anunciar su exilio.

La prensa en su conjunto daba por sentado que el antiguo jefe de Estado, salpicado por un escándalo de corrupción, había abandonado ya España, extremo que ni la Casa Real ni el Gobierno confirmaron.